La vegetación de la tundra se tiene que adaptara sobrevivir con muy bajas temperaturas y vientos muy fuertes, también a un suelo muy pobre en nutrientes y poco profundo, a la ausencia de cobertura arbórea y por si eso no fuera poco también a una estación corta de crecimiento. Las plantas son de baja altura y que por lo regular presentan crecimientos achaparrados o rastreros como por ejemplo los sauces enanos pueden tener varios metros de ancho y no pasan de 10 centímetros de altura. Una gran ventaja que tiene este tipo de crecimiento es la protección ofrecida por la nieve invernal.
La mayoría de las plantas son perennes, tanto herbáceas como leñosas y la reproducción en su mayoría es asexual mediante rizomas, bulbos y estalones que funcionan como órganos de reserva; ya que en estos ambientes las reproducciones por semilla no tienen mucho éxito ya que las semillas producidas por las plantas son muy pequeñas y tienen muy poca energía y se dispersan a grandes distancias por los fuertes vientos existentes. Son muy escasas las especies anuales ya que es muy corta la estación de crecimiento y no les da tiempo a germinar, crecer y florecer antes de que llegue el duro invierno.
En las zonas mas frías y secas aparecen los paisajes conocidos como desiertos árticos donde la vegetación no pasa de los 5 centímetros de altura y está formada por musgos, líquenes y algunos arbustos rastreros; en las zonas de climas menos extremos y más típicas de la tundra los tipos de vegetación son más variados en donde podremos encontrar matorrales, zonas encharcadas con musgos, praderas de gramíneas. Entre más nos acerquemos hacia el sur irán apareciendo mas arboles con mayor altura.
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